domingo, 21 de diciembre de 2008

La novela histórica de Eduardo Acevedo Díaz

Con Eduardo Acevedo Díaz surgió la novela en el Uruguay, pues aunque previamente hubo algunos autores románticos que cultivaron el género narrativo de una manera dispersa, ninguno logro materializar una obra de categoría. Quien más se aproximo rué Alejandro Matarifes Cervantes, pero sus extensísimos escritos solo tienen hoy un valor documental.

Acevedo Díaz, tributándole homenaje, deslinda la estética de aquel de la suya propia: «...era un generoso divulgador de las virtudes de la raza y de las leyendas nativas De una escuela literaria distinta por su formula, espíritu y tendencias mis gauchos melenudos y taciturnos no son sus gauchos caballerescos, liricos, sentimentales ni llegan los odios que el describe hasta mas alía de la muerte, como en mi modo de ver yo los descubro en el fondo selvático de una raza bravía...».



Eduardo Inés Acevedo Díaz (1852-1921) participo en tres movimientos revolucionarias: acompañito a Timoteo Aparicio en su levantamiento contra Lorenzo Batlle (1870-1872), combatió en la Revolución Tricolor de 1875 y en 1897 se integro en las filas de Aparicio Saravia que lucharon contra Juan Adiarte Borda.

El mismo propicio este ultimo alzamiento, ya que dos anos antes había retornado de su exilio para fundar el periódico El Nacional denunciar la corrupción del gobierno. Su compromiso político fue paralelo a su trayectoria periodística, pues escribió también en La Republica, La Democracia y La Razón.



La estética de Acevedo Díaz puede considérate naturalista aunque no se despego por completo del romanticismo y esta vinculada al positivismo filosófico, lo que le permitió superar la visión ingenua e idealizadora de sus precursores y plasmar retratos auténticos de los rudos personajes de la camparía.

Su elección del genero histórico responda a un afán didáctico, pues a su juicio «se entiende mejor la "historia" en la novela, que la "novela" de la historia», y el asunto histórico le brindaba «el secreto de instruir almas y educar muchedumbres».



En 1886 apareció Brenda, su primera novela, que no ofrecía mayores meritos, pero en 1888, con Ismael, Acevedo Díaz initio su celebre tetralogía histórica, definida por el ensayista Arturo Sergio Vasca como «uno de los monumentos literarios del Uruguay*. En esta novela, siguiendo los cánones del género vigentes en la época, el personaje ficticio se mueve sobre un fondo histórico, y el libro termina con la batalla de Las Piedras, en 1811.

El protagonista de la segunda parte, titulada Nativa y publicada en 1890, es un criollo montevideano que lucha en las huestes revolucionarias del gaucho Olivera, y también protagoniza Grito de gloria, de 1894, cuya base histórica es la cruzada de los Treinta y Tres Orientales. Todos estos acontecimientos históricos, cuya narración concluye con Lanza sable (1914), la ultima entrega de la tetralogía, cobran vida gracias a un centenar de héroes novelescos, gauchos, mujeres, soldados, criollos rebeldes e indios, cuya riqueza es indiscutible. Al ciclo épico de este autor hay que sumar El combate de la tapar a, de 1892, y Soledad, de 1894. Dentro del mismo espíritu se ubican sus ensayos históricos, reunidos en el volumen Épocas militares en los países del Plata (1911).

lunes, 8 de diciembre de 2008

Nuevas ideas nuevos estilos

Mientras que el positivismo del doctor Alfredo Vázquez Acevedo marco el rumbo de la universidad, cuya enseñanza se caracterizaba por la ortodoxia, el individualismo nietzscheano influyo sobre los escritores, en su mayoría autodidactas.

Los focos de difusión y de aprendizaje de estos últimos fueron los cafés, los cenáculos y el Centro Internacional de Estudios Sociales. En este periodo aparecieron los intelectuales de café, cuyas diatribas alcanzaban a veces un tono tan insultante que culminaban en duelos. Muchos de ellos convergieron en el café Polo Bamba, y aunque no alcanzaron la fama publicaron muchísimo.



Así ocurrió con personajes como Álvaro Armando Visear (1878-1969), poeta social y traductor de Walt Chiman; Emilio Fregona (1880-1969), abogado de agitada actuación pública y fundador del Partido Socialista en 1910; Ángel Falco (1885-1971), militar que abandono su profesión para dedicarse a la poesía y al anarquismo, y, sobre todo, José Alonso y Trelles (1857-1924), que firmo con el seudónimo «El Viejo Pancho» poemas criollitas publicados bajo el titulo de Paja Brava.

En cuanto a la poesía, el modernismo fue adoptado por los poetas uruguayos a comienzos del siglo XX, cuando los principales rasgos del movimiento (metáforas, cromatismo, juegos de palabras, sensaciones mórbidas, satanismo, etc.) se encontraban más acentuados. Los modernistas enriquecieron la lengua con neologismos, arcaísmos y onomatopeyas, gustaban del verso alejandrino pero practicaban la polimetría, y recurrieron a la mitología griega al tiempo que se fiaban con Francia y Oriente.


Además de en el café Polo Bamba la vida cultural montevideana se desarrollaba en la librera de Orcina Bertini, lugar de agitadas tertulias, y en dos cenáculos: el Consistorio del Gay Saber, dirigido por Horacio Quiroga, y la Torre de los Panoramas, acaudillada por Julio Herrera y Resiga. Oficiantes destacados de este último grupo fueron Pablo Minilla (1883-1970), Cesar Miranda (1884-1960) y Roberto de las Carreras (1873-1963).



La Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales (1895-1897), fundada por José Enrique Rodo, Victor Pérez Petito y los hermanos Martínez Vigila, fue muy importante durante el tiempo de su publicación y aun en los afijos siguientes, pero la renovación modelista tuvo sobre todo dos órganos, La Revista (1899-1900), fundada por Herrera y Resiga, y La Revista de Salto (1899-1900), a cargo de Horacio Quiroga.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Delmira Agustini

Nació en Montevideo el 24 de octubre de 1886 en el seno de una familia acomodada. Delmira era una joven sobreprotegida por sus padres, que le dieron familiarmente el apodo de «Nena». Como la mayoría de las jóvenes de «buena familia» de su época estudio música, Frances y pintura y se deslumbro con la actuación de la famosa actriz francesa Sarah Bernardt en el Teatro Urquiza de Montevideo en 1905.



Ya en 1898 había comenzado a escribir sus primeros versos. En 1902 Samuel Alisen, director de la revista Rojo y Blanco, tuvo oportunidad de leer sus poemas y le pidió autorización para publicar algunos. Tras su aparición, Delmira fue reconocida como poetisa precoz.

En 1907 publico El libra Bianco con el subtitulo Frágil, que tuvo muy buena acogida en el ambiente literario, al que tempranamente se incorporo. A partir de entonces comenzó a asistir a veladas literarias y a escribir en el diario La Razón.



Esta joven educada a la manera tradicional, conservadora, dejo una obra que encierra una pasión y un erotismo hasta entonces desconocidos en la literatura uruguaya, de ahí que fueron censurados por la sociedad de su época. En 1910 publico Cantos de la mañana y en 1913 Los cálices vacíos, según la critica su mejor libro, y también el último.

En 1908 conoció al joven rematador Enrique Job Reyes, con quien entablo una compleja relación. En agosto de 1913 se caso con el, pero dos meses después abandono el hogar conyugal y volvió a casa de sus padres. Si bien pronto iniciaron los tramites para el divorcio, Enrique y Delmira continuaron viéndose a escondidas. En uno de esos encuentros, el 6 de Julio de 1914, Job Reyes la mato de dos balazos en la cabeza y se suicido inmediatamente después.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Ciudad filosofía y poesía

Junto a la narrativa nativista surgió en estos anos una narrativa urbana que permaneció en un segundo piano del panorama literario. Uno de sus representantes, José Pedro Bellan (1889-1930), describió en sus obras la ciudad como un espacio problemático para el individuo, desarrollando los conflictos entre el «yo» y la sociedad.

La doble moral burguesa, la represión sexual, la separación entre la Iglesia y el Estado y el papel del inmigrante en la sociedad uruguaya son los temas predominantes de su literatura. Aunque escribió sobre todo teatro, su primer libro de madurez fue la novela Doña Ramona (1918), a la que siguieron los cuentos reunidos en Los amores de Juan Rivault y El pecado de Alejandra Leonard.



También abordaron temáticas sociales y filosóficas Manuel de Castro (1896-1969) y Horacio Maldonado (1881-1957). El primero, nacido en Argentina y radicado en Montevideo desde 1919, es un precursor del tema , que culminara en la literatura de Mario Benedetti. En cuanto a Maldonado, sus relatos evidencian una inquietud por la gasificación y la perdida de espiritualidad.

Horacio Quiroga y la prosa narrativa

Considerado el padre del cuento latinoamericano, Horacio Quiroga nació en Salto en 1878 y murió en Misiones (Argentina) en 1937. En 1900, después de pasar tres meses en Europa, se estableció en Montevideo, donde continuo la actividad literaria iniciada en su ciudad natal y fundo el Consistorio del Gay Saber, primer cenáculo modernista. En noviembre de 1901 publico su primer libro, Los arrecifes de coral, y meses después mato accidentalmente a su mejor amigo, Federico Ferrando.

martes, 21 de octubre de 2008

Felisberto encendió las lámparas

El escritor italiano Ítalo Calvino, tras traducir a su lengua las obras de Felisberto Hernández, afirmo de el: «es un escritor que no se parece a nadie». Carlos Fuentes lo ha considerado uno de los «fundadores de la modernidad literaria». En efecto, después de su muerte, acaecida en 1964, la fama internacional de Felisberto Hernández continua creciendo, aunque su literatura siga estando reservada para el disfrute de iniciados.



Con sus primeros textos Fulano de tal (1925), Libro sin tapas (1929), La cara de Ana (1930) y La envenenada (1931) el juego y el humor entran en la literatura uruguaya. Su originalidad desconcertó, y solo otros grandes artistas supieron entenderlo.

Así, Joaquín Torres García ayudo a financiar el primer libro importante de Felisberto, Por los tiempos de Clemente Colling (1942). A este titulo siguieron El caballo perdido (1943) y Tierras de la memoria (1944, publicado en 1965), que muestran a un escritor maduro que ha adquirido profesionalidad.

sábado, 18 de octubre de 2008

El vitalismo de Juana de Ibarbourou

El magisterio poético lo tuvo en la década de 1920, y lo mantuvo durante varias mas, Juana de Ibarbourou (1892-1979). En su adolescencia comenzó a publicar poemas en periódicos de Melo, su ciudad natal, y posteriormente se estableció en Montevideo.

Con la aparición en 1919 de Las lenguas de diamante, que fue elogiado unánimemente por la critica, la poesía nacional rompió definitivamente con el modernismo. Juana de Ibarbourou debe su popularidad a que escribe en un lenguaje sencillo, neorromántico y vital, volcado en la naturaleza.



Tras la publicación en 1920 de sus Poesías escogidas, y dos años después de Raíz salvaje, alcanzo una fama internacional inusitada por lo temprana, siendo ensalzada en 1929, en un acto oficial que tuvo lugar en el Palacio Legislativo, como «Juana de America.

En 1930 hizo su incursión de cariz vanguardista con La rosa de los vientos, y luego, durante veinte años, se dedico exclusivamente a la prosa, publicando Loores de Nuestra Señora, Estampas de la Biblia, Chico Carlo y la pieza de teatro infantil Los sueños de Natacha. En 1950 regreso a la poesía con Perdida, libro al que siguieron Elegía y La pasajera; en ellos, su lenguaje se vuelve sombrío y la autora se interroga por el sentido de la vida.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Narradores de Montevideo

Mario Benedetti (1920), el escritor uruguayo más popular dentro y fuera del país, ha sido decisivo para la creación de una identidad montevideana. Nacido en Paso de los Toros, en 1949 publico su primer libro de cuentos, Esta mañana, y en 1953 la novela Quien de nosotros. Le siguieron los Poemas de la oficina (1956) y El reportaje (teatro, 1958). Además de su actividad como narrador y poeta, Benedetti ha desarrollado una prolífica labor de ensayista en sus libros Literatura uruguaya siglo XX, La cultura, ese Bianco móvil y El ejercicio del criterio. Como poeta impuso una nueva estética, la «anti poesía», en sintonía con el chileno Nicanor Parra, consistente en versos cortos, concisos, irónicos o tiernos que adoptan el modo simple del habla cotidiana y los uruguayismos. Así se manifiesta en los versos de Inventario, Poemas del hoy por hoy, Próximo prójimo, Viento del exilio y Yesterday y mañana.



Como narrador cimento su fama a partir de Montevideanos (1959), cuentos en los que hace literatura sobre un mundo mediocre, alienado y gris. La tregua (1960) extiende esta visión acida de la clase media cargada de frustraciones, y Gracias por el fuego (1965) capta la vida corrupta de la burguesía. En 1968 publico los cuentos La muerte otras sorpresas y en 1971 El cumpleaños de Juan Ángel, una novela con la carga del panfleto político que tiene la originalidad de haber sido escrita en verso. En el exilio escribió Primavera con una esquina rota (novela, 1982), Geografías y los artículos de El des exilio y otras conjeturas (1984). De regreso en Montevideo publico las novelas La bona del café (1992) y Andamios (1996).



Otro narrador importante de la llamada generación crítica del medio siglo fue el prestigioso abogado Carlos Martínez Moreno, que nació en Colonia del Sacramento en 1917 y murió en México en 1986. De estudiante se gano la vida escribiendo notas y cuentos bajo seudónimo en la revista Mundo Uruguayo, y posteriormente fue colaborador en temas políticos y critico teatral del semanario Marcha. En 1959 publico la novela El paredón, a la que siguieron, entre otras, Cordelia (1956) y Los aborígenes (1960). A partir de Tierra en la boca (1974) alcanzo la plenitud de su talento, confirmado luego en El color que el infierno me escondiera (1984).

lunes, 8 de septiembre de 2008

Felisberto Hernández

Nació en Montevideo el 20 de octubre de 1902. Dos figuras tuvieron una temprana influencia en el, el escritor José Pedro Bellan quien fue su maestro de la escuela primaria, y el filósofo Carlos Vaz Ferreira que lo reconoció tempranamente como músico y escritor. Desde los 9 afijos estudio piano y alrededor de los 13 tuvo como profesor al organista ciego Clemente Colling, personaje que afijos después evoco en uno de sus relates y con quien mantuvo una estrecha relación. Dedicado en principio a la risica, improviso como pianista en salas de cine mudo e instalo un conservatorio.



Dio giras de conciertos en el interior del país y en la Argentina entre 1926 y 1942. Por esos afijos escribió Fulano de tal (1925), Libro sin tapas (1929), La cara diana (1930) y La envenenada (1931), publicados por peque fías imprentas ya que no tuvieron buena acogida en las editoriales, aunque si entre figuras como Vaz Ferreira, Alfredo Cáceres o Joaquín Torres García, que le estimularon a continuar escribiendo y, además, colaboraron en la edición de Por los tiempos de Clemente Collins, publicado en 1942. Ese ano decidió dejar la música y vendió su piano.



En Por los tiempos... Hernández echo mano de los recuerdos de su infancia, recurso que también repitió en El caballo perdido (1943) y fue a partir de estas obras que comenzó a ser reconocido como escritor. En 1947 apareció en Buenos Aires Nadie encendía las lámparas; dos años después publico la novela corta Las hortensias, con la que obtuvo un gran éxito de critica. Mas tarde escribió los cuentos Mar (1951), Lucrecia (1953), La casa inundada (1960) y El cocodrilo (1962). Murió en Montevideo el 13 de enero de 1964 de leucemia.

miércoles, 20 de agosto de 2008

La poesía gauchesca

El gaucho, personaje de la camparía, se convirtió en el símbolo de los países del Plata, produciéndose un sincretismo del espacio original con el modo de vivir indígena que dio como resultado un individuo adaptado a la vida ecuestre y andariega, al uso del chiripa y el poncho, al mate y las boleadoras. Testimonios de viajeros muestran que los gauchos cantaban una poesía anónima de trasmisión oral acompañados de la guitarra.

La ensayista Eneida Sansones afirma: «el gaucho, sin proponérselo [...] recreo al compas de su vihuela la bella y vieja poesía de los colonizadores, y al imponerle su particular acento dialectal, abrió el camino para que [...] los poetas gauchescos, en su mayoría ciudadanos, afirmaran su voluntad de ser libres a través de la lengua hablada por sus hermanos gauchos.



Así surgieron coplas, cielitos, trovos y medias canas, «canciones de un encanto bárbaro, áspero, cargado de intenciones», como los define Sansones, que se cantaban en los fogones, en las ruedas de pulpería, en los bailes y «velorios de angelitos», donde los cantores mas hábiles improvisaban versos en las payadas.

Mientras que esta poesía gauchesca tradicional era oral, anónima y de raíz folclórica, la surgida posteriormente estaba escrita por un autor determinado y se refería a temas que variaban según los acontecimientos políticos, debiéndose la evolución del genero a composiciones realizadas por autores urbanos y alfabetizados que se sintieron seducidos por ese mundo bárbaro y cultivaron modos expresivos propios del gaucho.

Es el caso de la Relación exacta de lo que ha sucedido en la expedición a Buenos Aires y del romance Canta un guaso en estilo campestre, del canónigo Juan Maciel; del Cuento al caso, de fray Cayetano Rodriguez, y del Romance heroico y La gloriosa defensa de Buenos Aires, de Pantaleón Rivarola. Las formulas expresivas habituales de la poesía gauchesca son el lenguaje imitativo del modo de hablar del gaucho, el verso octosílabo y la estrofa en cuartetas y decimas, con rima en los versos pares.



Utilizar el lenguaje del gaucho fue un modo de afirmar la conciencia patriótica, atrincherada en la vida rural. El verso popular se expreso en cuartetas en los cielitos y en forma de romance en los diálogos y las cartas, mientras que la decima alcanzo gran difusión con el tiempo y fue frecuente en las payadas, muchas veces en modalidad de trovo (repetir en forma idéntica la primera y la última estrofa).

El primer verso de los cielitos, composiciones para cantar y danzar, es un estribillo fluido que contiene la palabra «cielo» o «cielito»: «Y alía va cielo y cielito / cielito de la esperanza». A veces se le agregan formulas de despedida: «Y también que viva yo / para cantar las verdades». Los famosos cielitos de Bartolomé Hidalgo consolidaron el uso del remate. Junto a la media cana, que era también una composición para cantar y bailar, se encuentran los diálogos y las cartas, ambos caracterizados por su modo coloquial y su tono confidencial.

sábado, 16 de agosto de 2008

La segunda generación romántica

Desde 1868 hasta el final del siglo, un segundo grupo de románticos dirigió la vida intelectual del país, en una etapa que coincidió plenamente con el proceso de modernización experimentado por el Uruguay a partir del gobierno de Lorenzo Latorre.

Cuando el Romanticismo ya Había declinado en Europa, en Hispanoamérica estaba en pleno auge, y los viejos nostálgicos románticos uruguayos aquellos que vivieron la Guerra Grande cedían su puesto a la nueva generación, tan romántica como la anterior pero con una fe renovada en el porvenir.



Este grupo de escritores estuvo mayoritariamente integrado por los miembros del Ateneo, institución fundada en 1877 que fue lugar de encuentro de la intelectualidad y surgió de la fusión del Club Universitario, la Sociedad Filo histórica, la Sociedad de Ciencias Naturales y el Club Literario-Platense. La fuerza cultural del país se núcleo allí, con el propósito de propagar el conocimiento de las ciencias y de las artes.

El mismo ano de su fundación fue suprimida la enseñanza secundaria oficial debido a los avatares políticos, suceso que dio mayor relevancia al Ateneo, convirtiéndolo en una universidad libre. Y aunque en 1883 la enseñanza secundaria fue recuperada, el Ateneo continuo cumpliendo amplias funciones docentes.



Celebre por sus conferencias publicas, las veladas artísticas y los anales de Publicación mensual, el Ateneo fue la mas importante expresión cultural en aquel tiempo de gobiernos dictatoriales, entre ellos los del coronel Latorre (1876-1880) y el que le sucedió, del general Máximo Santos (1882-1886). Alberto Zum Faldee ha descrito axial aquel panorama político: «Fuera del Ateneo la ciudad ofrecía un espectáculo lamentable. Dominaba el cuartel. El milico de quepis requintado y el compadre de gorrilla, campeaban por todas las esquinas».



En ese periodo, el Ateneo congregaba a la Winona docta en un país inculto y sin ley. Sus miembros fueron principistas, pues proclamaban que debía gobernarse según los principios puros de la moral. Esta misma idea había inspirado a los doctores de la generación anterior, que integraron las Cámaras de Representantes extendiéndose en inacabables discusiones filosóficas que solo condujeron al golpe de Estado laborista de 1876.

Con idealismo intransigente se habían negado a mirar la dura realidad de un país que había quedado devastado por la guerra y corroído por la violencia. Y así, pese a su brillantez intelectual, habían fracasado en la vida pública, refugiándose en la creación del Ateneo.



Este periodo presenta una misma característica que los anteriores: no hay hombres de letras puros, sino intelectuales abocados a la política, la enseñanza y las letras. El fenómeno se explica por la situación histórica del Uruguay y también por la necesidad de buscar recursos para ganarse el sustento: puesto que la carrera política parecía ser la más adecuada para vivir, del Ateneo estuvo formada por notables polemistas y tribunos, elegantes y eruditos, que en su mayoría produjeron literatura política.



En el ano 1886, después de la Revolución del Quebracho, el poder del general Santos decayó. La oposición de los partidos políticos era ya muy fuerte, y estaba encabezada por Julio Herrera y Hobbes, Agustín de Vedia y el diario El DIA, recién fundado por José Batlle y Ordóñez. Habían transcurrido diez años y los principistas volvían al poder, pero como señala el historiador Enrique Mendez Vives, «ni ellos, ni el Uruguay eran ya los mismos».

viernes, 8 de agosto de 2008

El primer romanticismo

La bandera del Romanticismo fue levantada en Montevideo hacia 1838, iniciándose un movimiento que pretendía, por primera vez, formular una literatura plenamente americana. El uruguayo Andrés Lamas y el argentino Miguel Cane, exiliado en la Banda Oriental, elaboraron en el quincenario El iniciador la declaración de principios de la nueva tendencia:



«Hay que conquistar la independencia inteligente de la nación, su independencia civil, literaria, artística e industrial, porque las leyes, la sociedad, la literatura, las artes y la industria deben llevar, como nuestra bandera, los colores nacionales, y como ella ser el testimonio de nuestra independencia y nacionalidad».



Los románticos, animados por un espíritu de liberación intelectual, buscaron sus temas en las problemáticas de los países recién nacidos a la independencia, de tal forma que el gaucho, el indio y la pampa conformaron sus personajes y escenarios. Sin embargo, no solo pretendían ser innovadores desde el punto de vista temático, sino que se plantearon también la libertad formal frente a la rigidez del clasicismo dominante hasta el momento.

Experimentando con diferentes metros, los poetas expresaron el lamento y la melancolía, pues entendían que el sufrimiento era un componente esencial del alma romántica. Sin embargo, en esta primera etapa surgieron declaraciones de principios más que obras logradas, y habrá que esperar a la segunda generación romántica para leer versos genuinamente americanistas y alejados de los modelos franceses.



La «generación de El Iniciador» o «generación del 38», a diferencia de generaciones anteriores, se afirmo en oposición a sus mayores y reivindico la juventud como un bien en sí mismo.

Andrés Lamas invocaba: «Jóvenes! No esperéis a la vejez [...] Trabajemos para la sociedad: su horizonte intelectual es muy estrecho; veamos si podemos dilatarlo.»

No obstante, estos primeros jóvenes románticos se sacudieron el influjo español para caer en el influjo francés. Si España había sido hasta ese momento la matriz cultural de las colonias, aunque estas hubiesen conquistado ya la emancipación política, los jóvenes poetas buscaron otros modelos en la literatura francesa, que durante décadas mantuvo una poderosa influencia en todos los aspectos de la vida cultural uruguaya. Victor Hugo y Lamartine fueron nombres sagrados, aunque junto a ellos se admirase a los españoles Becquer, Larra y Espronceda.

jueves, 17 de julio de 2008

Literaturas angustiadas

Un caso singular entre la obra de sus contemporáneos son los relatos de Armonía Somers, que ocuparon un lugar marginal en las letras nacionales y fueron calificados como «la literatura del asco y la crueldad». Nacida en Montevideo en 1914, fue conocida por su verdadero nombre, Armonia Etchepare, como una pedagoga de prestigio internacional. Murió en 1994, pocos meses después de haber sido tardíamente consagrada por la crítica.



En 1950 dio a conocer con el seudónimo Somers la novela La mujer desnuda, que provoco un gran escándalo y tuvo escasa difusión; pero fue El derrumbamiento (cuentos, 1953) la obra que confirmo su imagen de escritora «pervertida», como llego a ser calificada, que hablaba de sexo, revertía el símbolo de la mujer virgen mártir y presentaba personajes demoniacos en un mundo desesperanzado y angustioso.

Con una sintaxis intrincada, Somers elaboro un lenguaje poético y creo un mundo fantástico de una iconoclastia extrema. Publico también La calle del viento norte (cuentos, 1963), De miedo en miedo (novela, 1965), Un retrato para Dickens (novela, 1969), Tríptico darwiniano (relatos, 1982), Viaje al corazón del día (novela, 1986) y Solo los elefantes encuentran mandrágora (novela, 1986), que los críticos consideran su obra maestra.



Otra voz original fue la de Mario Arregui (1917-1985), quien elaboro una narrativa existencialista, escasa pero prestigiosa, en la que el hombre aparece dramáticamente enfrentado a la muerte.

El campo fue el telón de fondo de muchos de sus relatos, pero como un lugar carente de pintoresquismo; es el territorio metafísico donde el hombre solitario encara la muerte. Perfeccionista del lenguaje, Arregui publico Noche de San Juan y otros cuentos (1956), Hombres y caballos (1960), La sed el agua (1964), El narrador (1972), La escoba de la bruja (1979) y Ramos generates (1985, póstumo).


Un continuador del criollismo fue Julio Cesar da Rosa, nacido en 1920 en el departamento de Treinta y Tres. Si bien reconoce a Morosoli como maestro, sus relatos poseen originalidad propia, un acertado estilo coloquial y gratia ingenua.

viernes, 11 de julio de 2008

La generación critica del medio siglo

En las décadas de 1950 y 1960, los conflictos sociales arreciaron y la literatura tendió a reflejarlos. La mayor parte de la generación emergente fortaleció los vínculos culturales con la Europa de posguerra y propuso una literatura realista, aunque inicialmente sus representantes fueron reticentes a la polinización.



Axial lo reflejan las revistas que fundaron (Clinamen, Escritura, Marginalia, Asir y Numero), que eran casi exclusivamente literarias. No obstante, muchos de ellos terminaron por comprometerse ideológicamente con los sectores progresistas, como demuestran sus obras de madurez. Al tiempo que el semanario Marcha registraba estos cambios, se crearon editoriales que promocionaban el libro nacional, como Alfa, Área y Banda Oriental. En este sentido, la década de 1960 fue notable por su actividad intelectual y política.

jueves, 12 de junio de 2008

Vidas apasionadas

Andrés Lamas (1817-1891) fue uncialmente la cabeza del movimiento literario romántico, pero después su actividad se centro en la política. En 1851 debió alejarse del país y vivió cuarenta afijos en Buenos Aires, dedicado al estudio de temas políticos y jurídicos.

Rivadavia y su época y la inconclusa Génesis de la Revolución hispanoamerkana son considerados sus dos trabajos de mayor envergadura. Junto a Juan María Gutiérrez dirigió la Revista del Rio de la Plata, que trataba temas de historia, literatura y ciencias sociales.

Lamas, cuya cultura fue superior a la de la mayoría de los intelectuales de su generación, desempeño un papel conciliador en la querella que enfrentaba a clasicistas y románticos. Entre sus artículos literarios, pertenecientes a la etapa montevideana, el mas valioso es el que sirve de prologo a la primera edición de poesías de Adolfo Berro.



La vida del montevideano Adolfo Berro (1819-1841) es la imagen del idealismo y la tragedia. En su breve existencia adulta (falleció tísico a los 22 anos) estudio derecho, trabajo por la emancipación de la raza negra y manifestó una gran preocupación por la educación popular.

A su apoteósico entierro acudieron todos los intelectuales uruguayos, y un ano después de su muerte fueron publicados sus poemas EI esclavo, La ramera, Ñandubay y Piropea, que reflejan las preocupaciones sociales del autor. Debido a su muerte prematura, el erudito español Menéndez y Pelayo lo definieron como «la esperanza de un poeta».



La culminación del tipo representativo del romanticismo uruguayo la encarna Juan Carlos Gomez (1820-1884), escritor que despreciaba la realidad y solo se interesaba por el idealismo puro, fracaso en el desempeño de cargos políticos y luego a poseer una pluma fecunda.

Se le considera el creador del genero de la epístola política, y son famosas algunas de sus polémicas, como la que sostuviera con Matarifes Cervantes sobre la independencia oriental. Sus versos eran recitados por las damas de la época.

sábado, 7 de junio de 2008

Pedro Picrato

Había que conocer bien a aquel ser que se llamo Pedro Picrato, amarlo y comprenderlo, para no atribuir a un resentimiento excluyente algunas de sus inusitadas violencias.



Es que algo mas había en el. Algo más hondo, y que dignifica a esa criatura desvalida que es un hombre. Había seguramente esa angustia última que tras una desmedida disconformidad con la condición humana, suele quedar sin resolución, afincándose dolorosa y definitivamente en el espíritu. Empero, la poesía de Piccatto muestra una velada esperanza cuando, como un "duende fino", el poeta convoca a sus transidos Ángeles y a sus claras palomas.

viernes, 6 de junio de 2008

Desconfiado de las mujeres

He leído, señora MIA, primero con desconfianza y luego con grandísimo interés y agrado su libro Lenguas de diamante. La desconfianza es en mi antigua por lo que hace a poesía de mujeres. Una mujer, una novia, hache, no escribiría versos como los de usted aunque se le vinieran a las mientes, y si los escribiera no los publicaría y menos después de haberse casado con el que se los inspiro.



Los poemas de Juana de Ibarbourou expresan la alegría de vivir y de amar, algo insólito en la poesía femenina de ese momento.

lunes, 12 de mayo de 2008

Posmodernidad en el pos dictadura

La restauración democrática trajo, entre otras cosas, una nueva literatura. En la narrativa coexisten el género fantástico y el realismo bajo distintas formas: el relato policial, el testimonio, el erotismo heterosexual y homosexual, el intimismo, el humor, el absurdo y la novela histórica. También la escritura se despliega en un abanico de corrientes que van desde el barroco al minimalismo.

En poesía se mantienen vigentes los poetas de las generaciones anteriores, a la vez que los nuevos creadores emprenden iniciativas y publicaciones originales, aunque no logren acceder al gran publico. El asco y la sangre son eje de los relatos en prosa poética de Rafael Courtoisie (1958), el más destacado poeta de esta nueva generación.



Diferentes acontecimientos vinculados al periodo dictatorial fueron abordados por periodistas y protagonistas directos de los hechos. Estos mismos temas, ficcional izados, inspiran la obra de Carlos Liscano (1949), quien crea protagonistas atormentados por fuerzas oscuras que los cercan: la cárcel, los castigos sin explicación y la culpa son sentimientos en si, sin datos que los vinculen a la realidad externa.

De este escritor destacan La mansión del tirano (1992) y Memorias de la guerra reciente (1988). Napoleón Buccino (1947), Fernando Buttazzoni (1953) y Hugo Burel (1951) son también autores destacados del pos dictadura.



Un novelista importante de la última generación es Mario Delgado Aparan, que ha escrito las dos mejores ficciones sobre los afijos de dictadura: La balada de Johnny Sosa (1987) y Alivio de luto (1998). En las postrimerías del siglo XX ha renacido con vigor inusitado la novela histórica, que plantea preguntas y respuestas destinadas a una sociedad que se interroga por sus orígenes.

La figura de un Artigas vieja y vencida, el caudillismo, la pobreza de los inmigrantes o el latirismo son temas y personajes recurrentes. Tomas de Mattos (1947), escritor de Tacuarembo, ha captado en su novela j. Bernabé, Bernabé! (1988) la preocupación por la impunidad y la intolerancia al narrar el genocidio charrúa, convirtiendo su obra en uno de los mayores acontecimientos literarios de la pos dictadura.

lunes, 21 de abril de 2008

Teatro sainetero y literario

La década de 1920 fue calificada como la del emporio de los empresarios teatrales, y aunque las representaciones no siempre fueron de calidad, su abundancia contribuyo a la apertura de salas y a la aparición de nuevas promociones de actores. La función básica del teatro era entretener, y el genero en auge fue el del sainete, que generalmente tenia como protagonistas a inmigrantes prototipitos y creo un lenguaje a partir del habla deformada de estos.



Durante 1928 abrió y cerro sus puertas la Casa del Arte, un centro en el que se representaban las obras nacionales y donde tuvo su sede la poesía teatral «La Taberna». La labor infatigable del actor, productor y director Carlos Bruza (1887-1952) y la actividad de la Compañía Rioplatense (1920-1928) contribuyeron a dar empuje al teatro.



Al margen del sainete, los autores no comerciales fueron excesivamente literarios, pero tuvieron la virtud de reflejar la vida urbana, tratando reiteradamente en sus obras la problemática de la mujer sometida y postergada. Uno de ellos fue Francisco Imhof (1880-1937), que obtuvo elogios con Cantos rodados, en la que criticaba a la burguesía que actúa exclusivamente por dinero. Cabe mencionar también a Juan Leon Bengoa (1895-1973), Carlos Salvagno Campos (1898-1955) y Carlos Maria Princivalle (1887-1959).



No obstante, el dramaturgo mas importante de este periodo fue Justino Zavala Muniz (1898-1968), autor de La cruz de los caminos, En un rincón del Tacuari y Alto alegre. En su obra Fausto Garay abordo el tema histórico de las guerras civiles, pronunciándose por el pacifismo. Como narrador, se destaco por Cronica de Muniz, Cronica de un crimen y Cronica de la reja. El dramaturgo, director y critico Angel Curotto (1902-1990) fue otra de las figuras que, a partir de la década de 1920, proporciono al teatro uruguayo un formidable impulso estrenando mas de noventa títulos.

viernes, 11 de abril de 2008

El maestro Onetti

Juan Carlos Onetti, uno de los grandes maestros de las letras hispánicas, nació en Montevideo y vivió algunos anos en Buenos Aires. En 1939 entro como secretario de redacción en el semanario Marcha. En este medio, desde la columna La piedra en el charco, que firmaba como Periquito el Aguador, expreso su convencimiento de que no había «una literatura nuestra, no tenemos un libro donde podamos encontrarnos.

Puesto que «estamos en pleno reino de la mediocridad», se hacia necesario un escritor capaz de volver la espalda a un pasado artístico irremediablemente inútil. Su relación con las letras es radicalmente distinta a la del realismo social de las generaciones anterior y posterior, pues Onetti considero que el único compromiso del escritor era escribir bien y mejor».
Con su novela Empozo, piedra fundacional de la narrativa hispanoamericana contemporánea, dio comienzo a una literatura urbana de dimensión universal.



En 1951 apareció Un sueno realizado y otros cuentos, y en 1943 la novela Para esta noche. A partir de La vida breve (1950), su personaje Braceen se traslada a Santa Mariah, ciudad ficticia que ira creciendo en historias y personajes en los libros siguientes. Posteriormente publico Los adioses (1954), Para una tumba sin nombre (1959) y La cara de la desgracia (1960).

En 1961, El astillero dio una nueva profundidad a su labor creativa. Le siguieron Tan triste como ella (1963) y Juntacaddveres (1965). Los personajes de Onetti, cargados de rencor o desaliento, se empeñan en ser otros por medio de la fantasía, se corrompen progresivamente y alimentan en su pobreza empresas inútiles que consideran grandiosas.



Tras haber publicado La novia robada (1968), La muerte y la niña (1973) y Tiempo de abrazar (1974), Dejemos hablar al viento (1979) le trajo la consagración de la critica europea, y en 1980 recibió el Premio Cervantes. Cuando entonces (1987) y Cuando ya no importe (1993) cierran el ciclo onettiano.

martes, 8 de abril de 2008

Herrera y Reissig y la lirica de principios de siglo

En el ámbito de la poesía sobresale el nombre de Julio Herrera y Reissig (1875-1910), uno de Las grandes liricos de la lengua española. Autor de depurados versos modernistas, bautizo su legendario cenáculo literario con el nombre de la Torre de los Panoramas, pues las reuniones tenían lugar en un pequeño altillo con vistas al mar sito en su casa de Ituzaingo y Reconquista, en Montevideo.

Herrera y Reissig descubrió a Charles Baudelaire y a Leconte de Lile y abandono sus primeras versificaciones patrióticas románticas para entregarse al simbolismo y al decadentismo, al tiempo que cultivaba la acracia intelectual, el esteticismo y el exotismo.



En el Montevideo provinciano de aquellos años, que Roberto de las Carreras llamo tolderías de Montevideo», sus composiciones fueron recibidas con aversión, aunque para sus contemporáneos lo mas grave en el no eran sus versos sino sus extravagantes ideas.

Herrera y Reissig había declarado con osadía: «me arrebujo en mi desdén por todo lo de mi país». Para cambiar su afección cardiaca hacia uso de la morfina, y promovió el escándalo con una foto suya, jeringa en mano, con la leyenda «los mar-tirios de un joven poeta aristócrata». En vida publico Canto a Lamartine (1898) y Los peregrinos despiedra (1909), aunque sus mejores libros fueron póstumos: Los éxtasis de la montana, Los parques abandonados, Ópalos, y los poemas satánicos Desolación absurda y Tertulia lunetica.

El nativismo

El único atisbo de vanguardia fue el nativismo, una literatura arraigada en la tierra y la vida campesina que dio continuidad a la literatura gauchesca y fue practicada por escritores que tenían experiencia en el medio rural. En poesía, el nativismo se distancio del modernismo por medio de un estilo sencillo, consistente en «remozar los metros sin llegar al prosaísmo» y «desarrollar un mensaje», según recomendaba Pedro Leandro Puche (1889-1976), uno de los máximos exponentes del movimiento.



Nació y creció en Treinta y Tres, y en sus obras evoca los dichos, personajes y acciones de pueblo. Sus primeros siete libros de poesía fueron reunidos en Caminos del canto, y entre los posteriores sobresalen Isla Patrulla y La quebrada de los cuervos. Otro autor destacado de esta corriente, Fernán Silva Valdés, (1887-1975), escribió los versos de Poemas nativas, que tuvieron gran resonancia. Asimismo, de Serafín José García (1908-1985) contenía siendo reeditada su obra Tacurúes, que ha pasado a formar parte del repertorio popular.

viernes, 21 de marzo de 2008

Testamento de Florencio Sanchez

Si yo muero, cosa difícil, dado mi amor a la vida, muero porque he resuelto morir. La única dificultad que no he sabido venere en mi vida, ha sido la de vivir. Por lo demás, si algo puede la voluntad de quien no ha podido tenerla, dispongo: primero, que no haya entierro; segundo, que no haya luto; tercero, que mi cadáver sea llevado sin ruido y con olor a la Asistencia Pública, y de allí a la Morgue. Será para mí un honor único que un estudiante de medicina fundara su saber provechoso para la humanidad en la disección cualquiera de mis músculos.

lunes, 18 de febrero de 2008

Juana de Ibarbourou

Nació en Melo el 8 de marzo de 1892 y fue inscripta con el nombre de Juana Fernández Morales. Su padre español y su madre uruguaya eran saravistas, y Juana, según se dice, era ahijada del general Aparicio Saravia. En su ciudad natal publico sus primeros poemas en el periódico El Deber Cívico. En 1913 se caso con el capitán Lucas Ibarbourou y al ano siguiente nació su único hijo, Julio Cesar.

Por la carrera de su esposo recorrió varios departamentos del interior hasta que en 1918 se instalo en Montevideo. Una vez en la capital envío sus poemas al diario La Razón donde se publicaron y frieron inmediatamente merecedores de elogiosas criticas. Al ano siguiente, apareció su primer libro Las lenguas de diamante, de imágenes sensuales y contenido marcadamente vitalista, algo inédito hasta entonces en una mujer.



Recibió múltiples premios y reconocimientos tanto en el Uruguay como en otros países de America y Europa a lo largo de toda su vida. Su mayor reconocimiento tuvo lugar el 10 de agosto de 1929 en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo de Montevideo, donde fue proclamada Juana de America. En dicho acto, presidido por el poeta uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, se le coloco un anillo, símbolo de su desposorio con America.



En 1938 se reunió en Montevideo con otras dos grandes poetisas americanas, Alfonsina Stern y Gabriela Mistral, en los Cursos Sudamericanos de Vacaciones, oportunidad en que hablo de su literatura. Murió en Montevideo el 15 de julio de 1979. Se destacan entre sus obras El cántaro fresco (1920), Raíz salvaje (1922), La Rosa de los vientos (1930), Chico Carlo (1944) (relato), Los sueños de Natacha (teatro para niños, 1945), Perdida (1950) y Juan Soldado (1971).

lunes, 11 de febrero de 2008

Pilares de la modernidad

A finales de la década de 1930, en el seno de las corrientes culturales renovadoras se impuso la subjetividad, lo irracional y lo onírico. En el ámbito político, el optimismo progresista había concluido debido a los fracasos de los gobiernos constitucionales, los efectos de la guerra civil española y la amenaza fascista en todo el mundo.


El escepticismo y la desconfianza comenzaron a dominar las conciencias intelectuales del país, y nuevas voces criticas se alzaron desde los medios de comunicación. Pero dentro de este clima se produjo un hecho fundamental para la intelectualidad uruguaya la aparición del semanario Marcha en 1939, que Carlos Quijano dirigiría durante mas de cuarenta anos. Esta publicación contribuyo a la revisión histórica y formo una nueva conciencia nacional desde el marco de las ideologías progresistas.


La literatura requería nuevos modos de expresión, y esa transformación se logro gracias a Juan Carlos Onetti (1909-1994) y Felisberto Hernández (1902-1964). Ambos maestros iniciaron su trayectoria rompiendo con la estética realista imperante hasta el momento. Mientras que los primeros textos de Hernández, publicados a finales de la década de 1920, solo despertaron interés en el filosofo Carlos Vaz Ferreira (no abra mas de diez personas en el mundo a las cuales le resultara interesante, y yo me considero una de las diez), Empozo de Onetti, editado en 1939, solo fue atendido por una reseña de Paco Espínola (hay «un estremecimiento nuevo en las letras uruguayas). El reconocimiento para cualquiera de los dos recién arribaría en la década de 1960.

viernes, 8 de febrero de 2008

Los cielitos de Bartolomé Hidalgo

Los temas mas significativos de la poesía gauchesca tienen que ver con la justicia social, y su propósito fundamental consistió en rescatar del olvido la figura del gaucho. Los poetas gauchescos descubrieron que un relato, narrado por un gaucho con su especial sistema de valores, resultaba gracioso ante el auditorio urbano. Con ese espíritu fueron escritos los numerosos diálogos de los autores gauchescos tardíos, quienes también cultivaron formas de lirismo criollo que se prolongaron hasta el final de la primera década del siglo XX.



Sin duda fue Bartolomé Hidalgo quien inicio el camino de la literatura gauchesca. Alberto Zum Fede considera en su Proceso intelectual del Uruguay que este poeta, que nació en Montevideo en 1778 y falleció en Argentina en 1822, «tiene en la historia de las letras platenses el merito singular de haber sido el primero que supo recoger de la guitarra del pueblo la estrofa nativa, dándole carta de ciudadanía literaria, no obstante ser, el mismo, un poeta culto, de origen y educación urbanas*.



Su primera composición fue la Marcha Oriental, a la que siguieron los famosos cielitos, de los que se conservan siete. En 1816 se represento por primera vez su obra teatral Sentimientos de un patriota, destinada a un solo actor. Hidalgo vivió en Argentina y en este país, en 1818, escribió los Diálogos y Relaciones, considerada su creación mas lograda, donde expresa su admiración por la insurrección de mayo de 1810 y a la vez presenta una visión crética de la emancipación.

martes, 1 de enero de 2008

Mario Benedetti

Nació en Paso de los Toros, departamento de Tacuarembo, el 14 de septiembre de 1920. Siendo Nino, sus padres se trasladaron a Montevideo, donde curso sus estudios. De joven se vinculo a revistas literarias en las que publico sus primeras paginas como prosista y critico literario. Tuvo también una intensa actividad como periodista y critico cultural. Fue redactor entre 1948 y 1959 del semanario Marcha.

A partir de Poemas de la oficina (1956) y el volumen de cuentos montevideanos (1959) su nombre fue adquiriendo reconocimiento de critica y publico. Benedetti siempre apoyo la revolución cubana y se mostró abiertamente antiimperialista, especialmente a partir de su viaje a Estados Unidos en 1959. Debido a sus ideas políticas debió exiliarse durante el gobiemo dictatorial que se inicio en 1973 y concluyo en 1985. En este periodo vivió entre Argentina, Perú, Cuba y España, y regreso al Uruguay en 1985.



Su producción literaria, amplia y variada, lo muestra como el representante mas versátil de la generación del 45. Ha publicado mas de setenta libros, entre ellos: Inventario (poesía, 1963), Quien de nosotros (1953), La Tregua (novela que fue llevada al cine, 1960), Gracias por el fuego (1965), La muerte otras sorpresas (1968), El cumpleaños de Juan Ángel (1971), Primavera con una esquina rota (1982), Geografías (1984), Andamios (1996), además de obras de teatro, guiones cinematográficos y ensayos. Realizo las primeras traducciones de Kafka que se hicieron en el Uruguay; publico ensayos y notas de humor bajo el seudónimo de «Damocles».

Sus libros han sido traducidos a mas de veinte idiomas y muchas de sus poesías fueron musicalizadas por artistas como Juan Manuel Serrat, Nacha Guevara o Daniel Viglietti.