lunes, 18 de febrero de 2008

Juana de Ibarbourou

Nació en Melo el 8 de marzo de 1892 y fue inscripta con el nombre de Juana Fernández Morales. Su padre español y su madre uruguaya eran saravistas, y Juana, según se dice, era ahijada del general Aparicio Saravia. En su ciudad natal publico sus primeros poemas en el periódico El Deber Cívico. En 1913 se caso con el capitán Lucas Ibarbourou y al ano siguiente nació su único hijo, Julio Cesar.

Por la carrera de su esposo recorrió varios departamentos del interior hasta que en 1918 se instalo en Montevideo. Una vez en la capital envío sus poemas al diario La Razón donde se publicaron y frieron inmediatamente merecedores de elogiosas criticas. Al ano siguiente, apareció su primer libro Las lenguas de diamante, de imágenes sensuales y contenido marcadamente vitalista, algo inédito hasta entonces en una mujer.



Recibió múltiples premios y reconocimientos tanto en el Uruguay como en otros países de America y Europa a lo largo de toda su vida. Su mayor reconocimiento tuvo lugar el 10 de agosto de 1929 en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo de Montevideo, donde fue proclamada Juana de America. En dicho acto, presidido por el poeta uruguayo Juan Zorrilla de San Martín, se le coloco un anillo, símbolo de su desposorio con America.



En 1938 se reunió en Montevideo con otras dos grandes poetisas americanas, Alfonsina Stern y Gabriela Mistral, en los Cursos Sudamericanos de Vacaciones, oportunidad en que hablo de su literatura. Murió en Montevideo el 15 de julio de 1979. Se destacan entre sus obras El cántaro fresco (1920), Raíz salvaje (1922), La Rosa de los vientos (1930), Chico Carlo (1944) (relato), Los sueños de Natacha (teatro para niños, 1945), Perdida (1950) y Juan Soldado (1971).

lunes, 11 de febrero de 2008

Pilares de la modernidad

A finales de la década de 1930, en el seno de las corrientes culturales renovadoras se impuso la subjetividad, lo irracional y lo onírico. En el ámbito político, el optimismo progresista había concluido debido a los fracasos de los gobiernos constitucionales, los efectos de la guerra civil española y la amenaza fascista en todo el mundo.


El escepticismo y la desconfianza comenzaron a dominar las conciencias intelectuales del país, y nuevas voces criticas se alzaron desde los medios de comunicación. Pero dentro de este clima se produjo un hecho fundamental para la intelectualidad uruguaya la aparición del semanario Marcha en 1939, que Carlos Quijano dirigiría durante mas de cuarenta anos. Esta publicación contribuyo a la revisión histórica y formo una nueva conciencia nacional desde el marco de las ideologías progresistas.


La literatura requería nuevos modos de expresión, y esa transformación se logro gracias a Juan Carlos Onetti (1909-1994) y Felisberto Hernández (1902-1964). Ambos maestros iniciaron su trayectoria rompiendo con la estética realista imperante hasta el momento. Mientras que los primeros textos de Hernández, publicados a finales de la década de 1920, solo despertaron interés en el filosofo Carlos Vaz Ferreira (no abra mas de diez personas en el mundo a las cuales le resultara interesante, y yo me considero una de las diez), Empozo de Onetti, editado en 1939, solo fue atendido por una reseña de Paco Espínola (hay «un estremecimiento nuevo en las letras uruguayas). El reconocimiento para cualquiera de los dos recién arribaría en la década de 1960.

viernes, 8 de febrero de 2008

Los cielitos de Bartolomé Hidalgo

Los temas mas significativos de la poesía gauchesca tienen que ver con la justicia social, y su propósito fundamental consistió en rescatar del olvido la figura del gaucho. Los poetas gauchescos descubrieron que un relato, narrado por un gaucho con su especial sistema de valores, resultaba gracioso ante el auditorio urbano. Con ese espíritu fueron escritos los numerosos diálogos de los autores gauchescos tardíos, quienes también cultivaron formas de lirismo criollo que se prolongaron hasta el final de la primera década del siglo XX.



Sin duda fue Bartolomé Hidalgo quien inicio el camino de la literatura gauchesca. Alberto Zum Fede considera en su Proceso intelectual del Uruguay que este poeta, que nació en Montevideo en 1778 y falleció en Argentina en 1822, «tiene en la historia de las letras platenses el merito singular de haber sido el primero que supo recoger de la guitarra del pueblo la estrofa nativa, dándole carta de ciudadanía literaria, no obstante ser, el mismo, un poeta culto, de origen y educación urbanas*.



Su primera composición fue la Marcha Oriental, a la que siguieron los famosos cielitos, de los que se conservan siete. En 1816 se represento por primera vez su obra teatral Sentimientos de un patriota, destinada a un solo actor. Hidalgo vivió en Argentina y en este país, en 1818, escribió los Diálogos y Relaciones, considerada su creación mas lograda, donde expresa su admiración por la insurrección de mayo de 1810 y a la vez presenta una visión crética de la emancipación.