jueves, 12 de junio de 2008

Vidas apasionadas

Andrés Lamas (1817-1891) fue uncialmente la cabeza del movimiento literario romántico, pero después su actividad se centro en la política. En 1851 debió alejarse del país y vivió cuarenta afijos en Buenos Aires, dedicado al estudio de temas políticos y jurídicos.

Rivadavia y su época y la inconclusa Génesis de la Revolución hispanoamerkana son considerados sus dos trabajos de mayor envergadura. Junto a Juan María Gutiérrez dirigió la Revista del Rio de la Plata, que trataba temas de historia, literatura y ciencias sociales.

Lamas, cuya cultura fue superior a la de la mayoría de los intelectuales de su generación, desempeño un papel conciliador en la querella que enfrentaba a clasicistas y románticos. Entre sus artículos literarios, pertenecientes a la etapa montevideana, el mas valioso es el que sirve de prologo a la primera edición de poesías de Adolfo Berro.



La vida del montevideano Adolfo Berro (1819-1841) es la imagen del idealismo y la tragedia. En su breve existencia adulta (falleció tísico a los 22 anos) estudio derecho, trabajo por la emancipación de la raza negra y manifestó una gran preocupación por la educación popular.

A su apoteósico entierro acudieron todos los intelectuales uruguayos, y un ano después de su muerte fueron publicados sus poemas EI esclavo, La ramera, Ñandubay y Piropea, que reflejan las preocupaciones sociales del autor. Debido a su muerte prematura, el erudito español Menéndez y Pelayo lo definieron como «la esperanza de un poeta».



La culminación del tipo representativo del romanticismo uruguayo la encarna Juan Carlos Gomez (1820-1884), escritor que despreciaba la realidad y solo se interesaba por el idealismo puro, fracaso en el desempeño de cargos políticos y luego a poseer una pluma fecunda.

Se le considera el creador del genero de la epístola política, y son famosas algunas de sus polémicas, como la que sostuviera con Matarifes Cervantes sobre la independencia oriental. Sus versos eran recitados por las damas de la época.

sábado, 7 de junio de 2008

Pedro Picrato

Había que conocer bien a aquel ser que se llamo Pedro Picrato, amarlo y comprenderlo, para no atribuir a un resentimiento excluyente algunas de sus inusitadas violencias.



Es que algo mas había en el. Algo más hondo, y que dignifica a esa criatura desvalida que es un hombre. Había seguramente esa angustia última que tras una desmedida disconformidad con la condición humana, suele quedar sin resolución, afincándose dolorosa y definitivamente en el espíritu. Empero, la poesía de Piccatto muestra una velada esperanza cuando, como un "duende fino", el poeta convoca a sus transidos Ángeles y a sus claras palomas.

viernes, 6 de junio de 2008

Desconfiado de las mujeres

He leído, señora MIA, primero con desconfianza y luego con grandísimo interés y agrado su libro Lenguas de diamante. La desconfianza es en mi antigua por lo que hace a poesía de mujeres. Una mujer, una novia, hache, no escribiría versos como los de usted aunque se le vinieran a las mientes, y si los escribiera no los publicaría y menos después de haberse casado con el que se los inspiro.



Los poemas de Juana de Ibarbourou expresan la alegría de vivir y de amar, algo insólito en la poesía femenina de ese momento.