viernes, 12 de septiembre de 2008

Narradores de Montevideo

Mario Benedetti (1920), el escritor uruguayo más popular dentro y fuera del país, ha sido decisivo para la creación de una identidad montevideana. Nacido en Paso de los Toros, en 1949 publico su primer libro de cuentos, Esta mañana, y en 1953 la novela Quien de nosotros. Le siguieron los Poemas de la oficina (1956) y El reportaje (teatro, 1958). Además de su actividad como narrador y poeta, Benedetti ha desarrollado una prolífica labor de ensayista en sus libros Literatura uruguaya siglo XX, La cultura, ese Bianco móvil y El ejercicio del criterio. Como poeta impuso una nueva estética, la «anti poesía», en sintonía con el chileno Nicanor Parra, consistente en versos cortos, concisos, irónicos o tiernos que adoptan el modo simple del habla cotidiana y los uruguayismos. Así se manifiesta en los versos de Inventario, Poemas del hoy por hoy, Próximo prójimo, Viento del exilio y Yesterday y mañana.



Como narrador cimento su fama a partir de Montevideanos (1959), cuentos en los que hace literatura sobre un mundo mediocre, alienado y gris. La tregua (1960) extiende esta visión acida de la clase media cargada de frustraciones, y Gracias por el fuego (1965) capta la vida corrupta de la burguesía. En 1968 publico los cuentos La muerte otras sorpresas y en 1971 El cumpleaños de Juan Ángel, una novela con la carga del panfleto político que tiene la originalidad de haber sido escrita en verso. En el exilio escribió Primavera con una esquina rota (novela, 1982), Geografías y los artículos de El des exilio y otras conjeturas (1984). De regreso en Montevideo publico las novelas La bona del café (1992) y Andamios (1996).



Otro narrador importante de la llamada generación crítica del medio siglo fue el prestigioso abogado Carlos Martínez Moreno, que nació en Colonia del Sacramento en 1917 y murió en México en 1986. De estudiante se gano la vida escribiendo notas y cuentos bajo seudónimo en la revista Mundo Uruguayo, y posteriormente fue colaborador en temas políticos y critico teatral del semanario Marcha. En 1959 publico la novela El paredón, a la que siguieron, entre otras, Cordelia (1956) y Los aborígenes (1960). A partir de Tierra en la boca (1974) alcanzo la plenitud de su talento, confirmado luego en El color que el infierno me escondiera (1984).

lunes, 8 de septiembre de 2008

Felisberto Hernández

Nació en Montevideo el 20 de octubre de 1902. Dos figuras tuvieron una temprana influencia en el, el escritor José Pedro Bellan quien fue su maestro de la escuela primaria, y el filósofo Carlos Vaz Ferreira que lo reconoció tempranamente como músico y escritor. Desde los 9 afijos estudio piano y alrededor de los 13 tuvo como profesor al organista ciego Clemente Colling, personaje que afijos después evoco en uno de sus relates y con quien mantuvo una estrecha relación. Dedicado en principio a la risica, improviso como pianista en salas de cine mudo e instalo un conservatorio.



Dio giras de conciertos en el interior del país y en la Argentina entre 1926 y 1942. Por esos afijos escribió Fulano de tal (1925), Libro sin tapas (1929), La cara diana (1930) y La envenenada (1931), publicados por peque fías imprentas ya que no tuvieron buena acogida en las editoriales, aunque si entre figuras como Vaz Ferreira, Alfredo Cáceres o Joaquín Torres García, que le estimularon a continuar escribiendo y, además, colaboraron en la edición de Por los tiempos de Clemente Collins, publicado en 1942. Ese ano decidió dejar la música y vendió su piano.



En Por los tiempos... Hernández echo mano de los recuerdos de su infancia, recurso que también repitió en El caballo perdido (1943) y fue a partir de estas obras que comenzó a ser reconocido como escritor. En 1947 apareció en Buenos Aires Nadie encendía las lámparas; dos años después publico la novela corta Las hortensias, con la que obtuvo un gran éxito de critica. Mas tarde escribió los cuentos Mar (1951), Lucrecia (1953), La casa inundada (1960) y El cocodrilo (1962). Murió en Montevideo el 13 de enero de 1964 de leucemia.