sábado, 21 de febrero de 2009

Dos voces femeninas

Junto a la figura de Herrera y Reissig destacan dos poetisas singulares que expresaron en sus versos toda la sensualidad y el misterio del alma femenina. La primera es Maria Eugenia Vaz Ferreira (1875-1924), hermana del filosofo, que aunque no recibió educación formal llego a ser nombrada profesora de literatura en la Universidad de Mujeres.



Mantuvo un comportamiento desdeñoso hacia los hombres, una fría imagen publica que le valió la aureola de virgen. Desde una estética modernista evoluciono hacia un lenguaje mas sobrio, en el que predomino la angustia existencial. Al morir no dejo ningún libro, pero había encargado a su hermano Carlos la publicación de La isla de los canticos (1925). En 1959 vio la luz una nueva selección de sus versos, titulada La otra isla de los cánticos, y en 1986 aparecieron sus Poesías completas, con textos inéditos.



La segunda poetisa importante de estos años fue Delmira Agustini (1886-1914). Durante su breve existencia, esta autora sensual y precoz, la mas joven de su generación, escandalizo a la ciudad con el erotismo de sus poemas. En sus versos modernistas, late una mezcla de ímpetu e ingenuidad, y las metáforas ardientes hacen olvidar su imperfección sonora. Publico: El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacios (1913). Este ultimo y el libro póstumo Los astros del abismo (1924) reúnen lo mas logrado de su obra.

jueves, 12 de febrero de 2009

Carlos Vaz Ferreira un filosofo puro

Filósofo y ensayista, Carlos Vaz Ferreira (1872-1958) fue abogado de profesión, rector de la universidad y decano de la Facultad de Humanidades. Aunque no escribió nada para la imprenta sus libros son apuntes tornados por los alumnos durante sus cursos y conferencias.

A los que dedicaba todo su tiempo, su pensamiento fue considerado en la época como el Único en toda Hispanoamérica que entraba de lleno dentro del territorio de la filosofía pura.

Sus obras reflejan las influencias de Herbert vencer, John Stuart Mil y Henri Bergson, autores que le sirvieron de punto de partida para arribar a un sistema propio expuesto en el texto viva (1910), donde se propone enseñar a reconocer la confusión y el error, al tiempo que aspira a establecer una «psicológica». Para intelectuales (1909) desarrolla una casuística laica, donde lo que importa es alcanzar un «estado de espíritu» apoyado en el «sentido un hipológico». Dentro de su amplia producción destacan, además, Los problemas de la libertad, Conocimiento y acción, Sobre feminismo v Fermentaría.