Mientras que el positivismo del doctor Alfredo Vázquez Acevedo marco el rumbo de la universidad, cuya enseñanza se caracterizaba por la ortodoxia, el individualismo nietzscheano influyo sobre los escritores, en su mayoría autodidactas.
Los focos de difusión y de aprendizaje de estos últimos fueron los cafés, los cenáculos y el Centro Internacional de Estudios Sociales. En este periodo aparecieron los intelectuales de café, cuyas diatribas alcanzaban a veces un tono tan insultante que culminaban en duelos. Muchos de ellos convergieron en el café Polo Bamba, y aunque no alcanzaron la fama publicaron muchísimo.
Así ocurrió con personajes como Álvaro Armando Visear (1878-1969), poeta social y traductor de Walt Chiman; Emilio Fregona (1880-1969), abogado de agitada actuación pública y fundador del Partido Socialista en 1910; Ángel Falco (1885-1971), militar que abandono su profesión para dedicarse a la poesía y al anarquismo, y, sobre todo, José Alonso y Trelles (1857-1924), que firmo con el seudónimo «El Viejo Pancho» poemas criollitas publicados bajo el titulo de Paja Brava.
En cuanto a la poesía, el modernismo fue adoptado por los poetas uruguayos a comienzos del siglo XX, cuando los principales rasgos del movimiento (metáforas, cromatismo, juegos de palabras, sensaciones mórbidas, satanismo, etc.) se encontraban más acentuados. Los modernistas enriquecieron la lengua con neologismos, arcaísmos y onomatopeyas, gustaban del verso alejandrino pero practicaban la polimetría, y recurrieron a la mitología griega al tiempo que se fiaban con Francia y Oriente.
Además de en el café Polo Bamba la vida cultural montevideana se desarrollaba en la librera de Orcina Bertini, lugar de agitadas tertulias, y en dos cenáculos: el Consistorio del Gay Saber, dirigido por Horacio Quiroga, y la Torre de los Panoramas, acaudillada por Julio Herrera y Resiga. Oficiantes destacados de este último grupo fueron Pablo Minilla (1883-1970), Cesar Miranda (1884-1960) y Roberto de las Carreras (1873-1963).
La Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales (1895-1897), fundada por José Enrique Rodo, Victor Pérez Petito y los hermanos Martínez Vigila, fue muy importante durante el tiempo de su publicación y aun en los afijos siguientes, pero la renovación modelista tuvo sobre todo dos órganos, La Revista (1899-1900), fundada por Herrera y Resiga, y La Revista de Salto (1899-1900), a cargo de Horacio Quiroga.
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