Andrés Lamas (1817-1891) fue uncialmente la cabeza del movimiento literario romántico, pero después su actividad se centro en la política. En 1851 debió alejarse del país y vivió cuarenta afijos en Buenos Aires, dedicado al estudio de temas políticos y jurídicos.
Rivadavia y su época y la inconclusa Génesis de la Revolución hispanoamerkana son considerados sus dos trabajos de mayor envergadura. Junto a Juan María Gutiérrez dirigió la Revista del Rio de la Plata, que trataba temas de historia, literatura y ciencias sociales.
Lamas, cuya cultura fue superior a la de la mayoría de los intelectuales de su generación, desempeño un papel conciliador en la querella que enfrentaba a clasicistas y románticos. Entre sus artículos literarios, pertenecientes a la etapa montevideana, el mas valioso es el que sirve de prologo a la primera edición de poesías de Adolfo Berro.
La vida del montevideano Adolfo Berro (1819-1841) es la imagen del idealismo y la tragedia. En su breve existencia adulta (falleció tísico a los 22 anos) estudio derecho, trabajo por la emancipación de la raza negra y manifestó una gran preocupación por la educación popular.
A su apoteósico entierro acudieron todos los intelectuales uruguayos, y un ano después de su muerte fueron publicados sus poemas EI esclavo, La ramera, Ñandubay y Piropea, que reflejan las preocupaciones sociales del autor. Debido a su muerte prematura, el erudito español Menéndez y Pelayo lo definieron como «la esperanza de un poeta».
La culminación del tipo representativo del romanticismo uruguayo la encarna Juan Carlos Gomez (1820-1884), escritor que despreciaba la realidad y solo se interesaba por el idealismo puro, fracaso en el desempeño de cargos políticos y luego a poseer una pluma fecunda.
Se le considera el creador del genero de la epístola política, y son famosas algunas de sus polémicas, como la que sostuviera con Matarifes Cervantes sobre la independencia oriental. Sus versos eran recitados por las damas de la época.