lunes, 12 de mayo de 2008

Posmodernidad en el pos dictadura

La restauración democrática trajo, entre otras cosas, una nueva literatura. En la narrativa coexisten el género fantástico y el realismo bajo distintas formas: el relato policial, el testimonio, el erotismo heterosexual y homosexual, el intimismo, el humor, el absurdo y la novela histórica. También la escritura se despliega en un abanico de corrientes que van desde el barroco al minimalismo.

En poesía se mantienen vigentes los poetas de las generaciones anteriores, a la vez que los nuevos creadores emprenden iniciativas y publicaciones originales, aunque no logren acceder al gran publico. El asco y la sangre son eje de los relatos en prosa poética de Rafael Courtoisie (1958), el más destacado poeta de esta nueva generación.



Diferentes acontecimientos vinculados al periodo dictatorial fueron abordados por periodistas y protagonistas directos de los hechos. Estos mismos temas, ficcional izados, inspiran la obra de Carlos Liscano (1949), quien crea protagonistas atormentados por fuerzas oscuras que los cercan: la cárcel, los castigos sin explicación y la culpa son sentimientos en si, sin datos que los vinculen a la realidad externa.

De este escritor destacan La mansión del tirano (1992) y Memorias de la guerra reciente (1988). Napoleón Buccino (1947), Fernando Buttazzoni (1953) y Hugo Burel (1951) son también autores destacados del pos dictadura.



Un novelista importante de la última generación es Mario Delgado Aparan, que ha escrito las dos mejores ficciones sobre los afijos de dictadura: La balada de Johnny Sosa (1987) y Alivio de luto (1998). En las postrimerías del siglo XX ha renacido con vigor inusitado la novela histórica, que plantea preguntas y respuestas destinadas a una sociedad que se interroga por sus orígenes.

La figura de un Artigas vieja y vencida, el caudillismo, la pobreza de los inmigrantes o el latirismo son temas y personajes recurrentes. Tomas de Mattos (1947), escritor de Tacuarembo, ha captado en su novela j. Bernabé, Bernabé! (1988) la preocupación por la impunidad y la intolerancia al narrar el genocidio charrúa, convirtiendo su obra en uno de los mayores acontecimientos literarios de la pos dictadura.

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