El único atisbo de vanguardia fue el nativismo, una literatura arraigada en la tierra y la vida campesina que dio continuidad a la literatura gauchesca y fue practicada por escritores que tenían experiencia en el medio rural. En poesía, el nativismo se distancio del modernismo por medio de un estilo sencillo, consistente en «remozar los metros sin llegar al prosaísmo» y «desarrollar un mensaje», según recomendaba Pedro Leandro Puche (1889-1976), uno de los máximos exponentes del movimiento.
Nació y creció en Treinta y Tres, y en sus obras evoca los dichos, personajes y acciones de pueblo. Sus primeros siete libros de poesía fueron reunidos en Caminos del canto, y entre los posteriores sobresalen Isla Patrulla y La quebrada de los cuervos. Otro autor destacado de esta corriente, Fernán Silva Valdés, (1887-1975), escribió los versos de Poemas nativas, que tuvieron gran resonancia. Asimismo, de Serafín José García (1908-1985) contenía siendo reeditada su obra Tacurúes, que ha pasado a formar parte del repertorio popular.
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