En el ámbito de la poesía sobresale el nombre de Julio Herrera y Reissig (1875-1910), uno de Las grandes liricos de la lengua española. Autor de depurados versos modernistas, bautizo su legendario cenáculo literario con el nombre de la Torre de los Panoramas, pues las reuniones tenían lugar en un pequeño altillo con vistas al mar sito en su casa de Ituzaingo y Reconquista, en Montevideo.
Herrera y Reissig descubrió a Charles Baudelaire y a Leconte de Lile y abandono sus primeras versificaciones patrióticas románticas para entregarse al simbolismo y al decadentismo, al tiempo que cultivaba la acracia intelectual, el esteticismo y el exotismo.
En el Montevideo provinciano de aquellos años, que Roberto de las Carreras llamo tolderías de Montevideo», sus composiciones fueron recibidas con aversión, aunque para sus contemporáneos lo mas grave en el no eran sus versos sino sus extravagantes ideas.
Herrera y Reissig había declarado con osadía: «me arrebujo en mi desdén por todo lo de mi país». Para cambiar su afección cardiaca hacia uso de la morfina, y promovió el escándalo con una foto suya, jeringa en mano, con la leyenda «los mar-tirios de un joven poeta aristócrata». En vida publico Canto a Lamartine (1898) y Los peregrinos despiedra (1909), aunque sus mejores libros fueron póstumos: Los éxtasis de la montana, Los parques abandonados, Ópalos, y los poemas satánicos Desolación absurda y Tertulia lunetica.
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